Thomas Piketty
La concentración de ingresos y riqueza, que continua hasta hoy en día, también ha inspirado la obra de Thomas Piketty. Su libro “El capital en siglo XXI” logró ser bestseller internacional y hacontribuido a despertar un renovado interés en el tema de las desigualdades socio-económicas a nivel global. Los estudios de Piketty demuestran un crecimiento dramático de la desigualdad patrimonial desde finales del siglo XIX. Luego de una caída después de la segunda guerra mundial, ésta desigualdad nuevamente a partir de los años 80.
Piketty argumenta que no hay fuerzas espontáneas en el capitalismo que conduzcan a una reducción de las desigualdades (se opone a las tesis de Simon Kuznets). Por el contrario, señala que la desigualdad es un elemento inherente del sistema capitalista contemporáneo. Substancia su argumento con una fórmula: r > g, donde r es la tasa de rendimiento del capital (Inversiones, inversiones en efectivo, intereses, rendimientos de las acciones, etc.) y g es la tasa de crecimiento de una economía (Piketty 2014a: 25). Esta fórmula se deriva de la observación de que la tasa de rendimiento que goza un inversionista en capital consigue superar a la tasa de crecimiento de la que dispone la mayoría de la población. Una persona que ha heredado una enorme fortuna puede recostarse y ver su riqueza aumentar gracias a buenas inversiones; por el contrario, la persona promedio depende de los ingresos provenientes de su trabajo. A largo plazo, la brecha entre ambos aumentará y la desigualdad económica se hará más grande. En pocas palabras, esto significa que los "ricos" se hacen cada vez más ricos mientras que los "pobres" tienen que trabajar arduamente. Si la relación de las tasas g y r es de g:r = 1:5, como fue el caso durante el período examinado por Piketty, se crean las condiciones perfectas para una "Sociedad de la Herencia", definida por el autor como "una sociedad caracterizada tanto por una muy alta concentración de riqueza como por una significativa persistencia de grandes fortunas de generación en generación" (pág. 351). Con ello, "la idea de que la competencia sin restricciones pondrá fin a la herencia y avanzará hacia un mundo más meritocrático es una ilusión peligrosa" (p. 424).
Mientras el capitalismo tiende naturalmente a una mayor desigualdad, las fuerzas centrales que pueden controlar las desigualdades sociales son ante todo decisiones políticas: las guerras, la alta tributación y la inflación.