Robert Michels (1876 – 1936)
Michels nació y estudió en Alemania para posteriormente mudarse a Italia. Discípulo de Mosca enfatiza al igual que su maestro el papel de la organización. Pero a diferencia de Mosca, Michels considera que toda organización conlleva inevitablemente élites, y quien dice organización dice oligarquía. Michels propuso la ley de hierro de la oligarquía para destacar la contradicción de los partidos políticos. Por un lado, los partidos políticos defienden la democracia, pero por otro lado son organizaciones no democráticas internamente. En cualquier organización, incluidos los partidos políticos democráticos, las élites se convierten en necesarias para la supervivencia y éxito de las organizaciones. Las organizaciones necesitan especializarse al crecer y se convierten en entidades complejas, por lo que se desarrollan jerarquías y con ello oligarquías, una élite que gobierna autárquicamente. Todas las agrupaciones llegan a dividirse en una minoría de directivos y una mayoría de dirigidos. Así, la democracia se convierte en el gobierno de los mejores: la aristocracia. La mayoría nunca gobernará a pesar del voto universal y los mitos sobre el deseo de la mayoría. La democracia en el sentido de gobierno de la mayoría es imposible. En toda democracia, la mayoría de las decisiones serán tomadas por oligarquías. Michels reconoce la existencia de partidos rivales que se disputan el control, pero siempre controlados por oligarquías.
Para Michels, al igual que Mosca, las masas necesitan líderes y agradecen que sean otros quienes se ocupen de sus asuntos. Su incompetencia universal conduce a la oligarquía, pues las masas se someten a ella y terminan por destruir la democracia. Para liderar las masas, Michels propone líderes carismáticos y fuertes dotados de extraordinarias cualidades congénitas. Además, Michels profundiza en el tema de circulación de élites planteando que puede surgir o de una revolución o de una amalgama de nuevos y viejos líderes por medio de un proceso de cooptación que conlleva a una combinación de intereses. Las revoluciones no son las masas contra las élites, sino las propias élites que se han devorado a sí mismas con la ayuda de las masas.